ZOHAR Yisro
YISRO Y Jetró, sacerdote de Midian, suegro de Moisés, oyó todo lo que había hecho El Eterno por Moisés y por Israel. R. Ezequías comenzó aquí un discurso sobre el versículo: Y Aarón alzó su mano hacia el pueblo y los bendijo, (Vayikrá, Levítico 9,22.) Dijo: El empleo de la palabra “mano”, en singular, indica que quería levantar su mano derecha encima de su izquierda, y esto por cierta razón esotérica. Encontramos en el libro del Rey Salomón que quien levanta su mano hacia el cielo sin ninguna intención devota de enunciar una plegaria o una bendición, será perseguido por diez poderes celestiales, los “'diez potentados que hay en la ciudad” (Koheles, Eclesiastés 7,19.). es decir, los diez seres superiores designados sobre la “Extensión de las manos”, para recibir las bendiciones o plegarias ofrecidas con ellas, y para dotarlos con un poder a través del cual el nombre santo, Adonai, es glorificado y bendecido desde arriba y es así glorificado de todos los lados. Y estos “diez potentados” tomarán las bendiciones arriba y las derramarán sobre el de abajo. Por eso, cuando el hombre levanta su mano al cielo, debe cuidar que su intención sea orar o bendecir o suplicar, porque si la levanta vanamente, esos poderes que cavilan sobre la “Extensión de las manos” lo van a maldecir con doscientas cuarenta y ocho maldiciones. De uno así está escrito “y amó la maldición y ésta llegóse a él” (Tehilím, Salmos 109,17). Más aún, el espíritu de impureza se posa en tales manos, porque acostumbra merodear sobre un lugar vacío y la bendición no permanece allí. Por lo tanto, la mano debe ser alzada al cielo solamente como una expresión de oración o de bendición. Realmente, esta “extensión de las manos” tiene un profundo significado simbólico. Cuando un hombre extiende sus manos y las alza en plegaria y súplica se puede decir que glorifica al Santo de varias maneras. Simbólicamente —las dos manos contienen diez dedos une las diez Palabras (Sefirot), unificando con ello el todo y bendiciendo debidamente al Nombre Santo. También, une las carrozas internas y las Carrozas externas, de modo que el Nombre Santo puede ser bendecido de todos los lados, y todo se vuelve uno, lo de arriba y lo de abajo. Los diez poderes de que hemos hablado son las diez Palabras (Sefirot) de abajo, simbolizadas por las letras inscriptas que corresponden a las de arriba, y en primera instancia tienen a su cargo el levantar los dedos en plegaria. Y cuando todo el lado de la santidad se une arriba, los “otros lados” están sometidos, y también ellos confiesan y alaban al Rey Santo. Observad esto. En la doctrina mística del Nombre Santo hablamos de Rey y Sacerdote, ambos arriba y abajo. El Rey arriba es el místico Santo de los santuarios —Biná— y debajo de él hay un Sacerdote, la mística Luz Primordial, que actúa ante él en apoyo; él es el sacerdote llamado “grande” y se halla estacionado a la mano derecha. Hay un Rey abajo, en la semejanza del Rey arriba, que es rey sobre todo lo de abajo. Y debajo de él hay un Sacerdote que le ayuda: es ese al que se llama Mijael, el Sumo Sacerdote, que está a la derecha. Todo esto constituye el verdadero objeto de la fe, la del lado de la santidad. Al “otro lado”, el lado que no es santo, hay también un rey, ese al que se llama “un rey viejo y un necio” (Koheles, Eclesiastés 4,13). y el sacerdote, que está bajo él y le auxilia, es On (nada, idolatría); a él se alude en el versículo: “Y Efraím dijo: Aunque me he vuelto rico, me he encontrado sin poder”, es decir, el no santo poder celestial que presidió sobre el acto de idolatría que cometió Jeroboam (Melajim 1, 1° de Reyes 12,28). sin el cual no habría podido ocurrir. Y bien, cuando este rey y este sacerdote del “otro lado” están sometidos y su poder quebrantado, todos los “otros lados” les siguen, y también están sometidos y quebrantados y reconocen la soberanía del Santo y de esta manera sólo El rige arriba y abajo, como está escrito: “Y en ese día sólo el Eterno será exaltado”I (Yeshayahu, Isaías 2,11). Exactamente de la misma manera El Eterno quebrantó aquí sobre la tierra el poder de un “Rey viejo y necio”, es decir, de Faraón, el cual, cuando Moisés le dijo “El El Eterno de los hebreos se ha encontrado con nosotros”, respondió, “yo no conozco al Eterno”, pero cuando el Santo, queriendo que Su Nombre fuese glorificado sobre la tierra como lo es en el cielo, lo castigó a él y a su pueblo, y entonces él vino y reconoció al Santo. Subsiguientemente también su sacerdote, es decir Jetró, el sacerdote de On, es decir, idolatría, fue también humillado, de modo que vino y reconoció al Santo, diciendo: “Bendito sea el Eterno, que os ha liberado... Ahora yo sé que el Eterno es más grande que todos los dioses” (Shemós, Éxodo 18,10- 11). Así, cuando ese rey y ese sacerdote reconocieron al Santo, Bendito Sea, y fueron ante El humillados, El fue exaltado arriba y abajo, y entonces, entonces solamente. El dio la Toráh, como soberana e indiscutida sobre todo. R. Eleazar meditó sobre las palabras del Salmo: “Sea El Eterno misericordioso con nosotros” (Tehilím, Salmos 67). Dijo: El rey David se levantó y alabó y agradeció al Rey Santo. Estaba estudiando la Torá en el momento en que el viento norte se levantó y tocó las cuerdas de su arpa, de modo que hizo música. ¿Y qué fue el canto del arpa? Ved ahora. Cuando el Santo se mueve hacia los carros y los ejércitos para dar alimento a todos esos seres superiores, como está escrito, “Ella (la Shejiná) se levanta cuando aún es noche y da alimento a los de su casa y una porción a sus servidoras” (Mishlei, Proverbios 31,15). y todos están llenos de gozo y canto. Comienzan su decir himnos con las palabras: “El Eterno sea misericordioso con nosotros y nos bendiga y haga que Su rostro brille sobre nosotros”. Y el viento norte cuando despierta y respira sobre el mundo, canta: “Que tu camino sea conocido sobre la tierra, tu salvación entre todas las naciones”; y el arpa, cuando se la hace sonar con ese viento, canta: “Que todos los pueblos Te alaben, oh Dios; que todos los pueblos Te alaben”. En cuanto a David, cuando fue despertado y el Espíritu Santo lo movió, él cantó: “Entonces la tierra protegerá su incremento, y El Eterno, nuestro El Eterno, nos bendecirá; El Eterno nos bendecirá y todos los confines de la tierra lo temerán”. Esto lo cantó de exitoso en asuntos mundanales. Es de espíritu vengativo e implacable con sus enemigos. Acerca de él está dicho: “Un hombre malvado endurece su rostro” (Mishlei, Proverbios 21, 29). Se halla bajo la señal de la letra Pe sólo cuando no está incluida en la Sámej, aunque a veces puede estar incluida en la letra Resh. Las orejas. Orejas excesivamente grandes son un signo de estupidez en el corazón y locura en la mente. Pequeñas orejas conformadas denotan sabiduría y sensibilidad y el poseedor de ellas gusta probar de todo. Su tipo está bajo el signo de la letra Yod cuando está incluida en todas las otras letras. Esto en cuanto a los misterios de la fisonomía humana. Ahora volvemos a otros misterios que las letras contienen, pero no en cuanto aparezcan sobre la cara, y que conciernen a la aprehensión de tiempos y estaciones, misterios para los cuales no tenemos méritos. R. Simeón dijo: Sois dignos en este mundo y sois dignos en el mundo por venir. Bienaventurados son mis ojos que serán dignos de verlo todo cuando yo entre en el mundo por venir. Porque mi alma llama al Anciano de Días: “Aderezas una mesa delante de mí en presencia de mis adversarios; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebasando (Tehilím, Salmos 23, 5). Y el Santo, Bendito Sea, dice a nuestro respecto: “Abrid las puertas, para que entre la nación justa, guardadora de fidelidad” (Yeshayahu, Isaías 26, 2). Entonces comenzaron a discurrir sobre el versículo: “Y tenían (las Jayot) manos de hombre, debajo de sus alas, a sus cuatro lados; y a sus cuatro lados tenían sus caras y sus alas (Yejezkel, Ezequiel 1, mundo y la gloria de Israel será impartida sobre las naciones. Pero cuando están unidas como una, es como está dicho: “Una cuchara (kaf, literalmente, palma) de diez siclos de oro, llena de incienso” (Bamirbar, Números 7, 14). Cuando estaban unidas “El Eterno creó al ser humano a Su imagen”. El ser humano estaba en la mente Divina, en el misterio interior. El Eterno lo creó, masculino y femenino en uno, “a la imagen de El Eterno”, que la palma simboliza. Porque cuando el hombre fue creado, ¿qué fue escrito acerca de él? “Me revestiste de piel y de carne y me entretejiste con huesos y nervios” (Yiov, Job 10, 11). ¿Qué es, entonces, el ser humano? ¿Consiste él solamente de piel, carne, huesos y nervios? No, lo esencial del ser humano es su alma. La piel, la carne, los huesos y los nervios sólo son una cubierta exterior, las meras vestiduras, pero ellos no son el ser humano, la persona. Cuando la persona parte de este mundo se despoja de todas estas vestiduras. La piel con la que se cubre y todos esos huesos y nervios tienen todos un simbolismo en el misterio de la Sabiduría Superior, que corresponde a lo que es arriba. El simbolismo de la piel, como ha enseñado el Maestro, está en conexión con las palabras: “El que extiende los cielos como una cortina” (Tehilím, Salmos 104, 2). . y, luego: “y pieles de carneros teñidas de rojo y pieles de tejones.” (Shemos, Éxodo 25, 5). Estas pieles son una vestidura que protege a una vestidura, o sea, la extensión de los cielos, que es la vestidura exterior de lo Divino. Las cortinas (del Tabernáculo) son las vestiduras internas, que corresponden a la piel sobre la carne. Los huesos y los nervios simbolizan los Carros de los Ejércitos Celestiales, que están adentro. Todas éstas son vestiduras sobre lo que está adentro, lo cual también es el misterio del Adam Superior, que es el más interior. Lo mismo se encuentra aquí abajo. La persona es algo interno, y sus vestiduras corresponden a lo que es arriba. Como hemos dicho, los huesos y los nervios corresponden a los Carros y Ejércitos. La carne es una cubierta para esos ejércitos y carros y se manifiesta hacia afuera y simbólicamente está conectada con el “otro lado”, con el elemento puramente sensual. La piel, cubriendo todo, corresponde a los firmamentos que cubren todas las cosas. Y todas éstas son meramente vestiduras con las cuales cubrirse, porque adentro está el hombre esencial. Todo lo de abajo corresponde a lo que es arriba. Esta es la significación de las palabras: “Y El Eterno creó al hombre a Su propia imagen; a la imagen de El Eterno El lo creó”. cabalisticamente, el hombre abajo corresponde enteramente al Hombre arriba. En el firmamento, que cubre todo el universo, vemos diferentes figuras formadas por la conjunción de estrellas y planetas para hacernos conocer cosas ocultas y misterios profundos. Así, también, sobre la piel que cubre nuestro cuerpo y que es como el firmamento del cuerpo, que cubre todo, hay figuras y diseños, las estrellas y los planetas del firmamento del cuerpo, la piel por la cual los de corazón sabio pueden ver las cosas ocultas y los misterios profundos que esas figuras indican y expresan en la forma humana. Acerca de esto está escrito: “los que contemplan los cielos, los que miran las estrellas” (Yeshayahu, Isaías 47, 13). Pero todo esto sólo se puede discernir en el caso de las .estrellas, en un cielo claro, y, en el hombre, cuando el rostro brilla y no está nublado por la ira, pues entonces se aplica otra regla. Pero cuando los rostros de los hombres son serenos y están en su estado normal, sus figuras y lineamientos revelan a los sabios los pensamientos internos y las propensiones de la mente. Así, por las líneas de las manos y de los dedos es posible discernir hechos ocultos de la personalidad de un hombre. Ellos son las estrellas “brillantes que revelan las variedades de los tipos humanos y sus relaciones con los tesoros superiores. Más todavía, proveerás (literalmente, verás) de todo al pueblo. .. R. Simeón dijo: No dice, “elegirás”, sino “verás”, es decir, por medio del don de visión interna de las características que hemos mencionado. Todas están indicadas en este versículo: “Mirarás” se refiere al cabello; “de todo él pueblo”, a la frente; “por hombres capaces”, al rostro; “temerosos de El Eterno”, a los ojos; “hombres de verdad” a los labios; y 'colectores de codicia”, a las manos. Todos éstos son los signos para conocer a los hombres, es decir, signos para aquellos sobre quienes se posa el espíritu de sabiduría. Y, sin embargo, Moisés no tuvo necesidad de estos signos, pues leemos: “y Moisés escogió hombres hábiles de entre todo Israel” (Shemos, Éxodo 18, 25). Los eligió por la inspiración del Espíritu Santo, pues leemos: “Cuando tienen algún pleito, él viene a mi” (Shemos, Éxodo 18, 16) Este “el” en singular en vez de “ellos” enplural indica que se refiere al Espíritu Santo. Así él no necesitó emplear el don dela visión interior para descubrir quiénes eran las personas apropiadas. Sabía de una sola vez a quién elegir por obra de la iluminación del Espíritu Santo. De manera similar, Salomón, en todos los casos jurídicos que se planteaban ante él, podía adoptar sus decisiones sin la ayuda de testigos, porque el Espíritu Santo estaba presente en su trono y cualquiera que se le acercaba estaba dominado por temor y temblor. Había oculta en el trono una figura invisible y cuando alguien expresaba un argumento falso, profería un sonido por el cual Salomón sabía inmediatamente que la persona no decía la verdad. Pero el Mesías discernirá las personas por su olor, porque de él está dicho: “Y él será de aguda percepción en el temor del Eterno; y no juzgará según la vista de sus ojos, ni fallará según la audición de sus oídos” (Yeshayahu, Isaías 11, 3). Estos tres juzgaban sin testigos y sin advertencia. Todos los otros deben juzgar de acuerdo a la ley y deben decidir según la palabra de testigos. Los sabios que son adeptos de la ciencia fisionómica deben prevenir a los hombres y proveer curación a sus almas. Bienaventurados son en este mundo y bienaventurados en el mundo por venir. En el tercer mes, cuando los hijos de Israel habían salido del país de Egipto... El tercer mes es uno en el cual tiene dominio el jefe celestial Uriel. El tiene consigo trescientas y sesenta y cinco miríadas de campamentos, que corresponden a todos los días del año. Todos tienen trescientas y sesenta y cinco llaves de luz que salen de la esfera superior interna que se llama “Jashmal” (Yejezkel, Ezequiel 1, 4). que está oculta y velada, y en la que están suspendidas, con las santas letras celestiales, los misterios del Nombre Santo. Este “jashmal” recibe !as supremas y recónditas luces y las trasmite, de modo que todos los campamentos reciben esas llaves de la luz —Tiféret— que sale de esa esfera. Y esa luz está contenida en dos luces que son, sin embargo, una. La primera luz —Jésed— es blanca, demasiado brillante para que el ojo la vea. Es la luz oculta y reservada para los justos en el mundo por venir, como está escrito: “Hay sembrada luz para los justos (Tehilím, Salmos 97, 11). La segunda luz —Guevurá— es una que fulgura y chispea rojiza. Las dos están unidas y se vuelven una. Uriel, cabeza de los ángeles, y todos estos ejércitos participan de esta luz. Como está contenida en dos luces se la llama los “'mellizos”. Por esto, en ese mes en que fue dada la Torá (Sivan), rige la constelación de los “mellizos”, y de ellos salen luces de varios grados hacia abajo para alumbrar el mundo. Entre todos los otros signos del Zodíaco no hay ninguno que posea boca o lengua, pero éste tiene las dos, y las dos son una. Por eso está escrito respecto de la Torá: “Y meditarás en ella día y noche” (Yehoshúa, Josué 1, Compañía extraen la lección de que “quien viene-para ser purificado es asistido desde arriba” Porque Moisés “ascendió a Dos”, “el Eterno lo llamó desde la montaña” Y el Eterno lo llamó de la montaña, diciendo, así dirás a la casa de Yaakov, y contarás a los hijos de Israel. En relación con esto, R. Yitzjak se refirió al versículo: “Bienaventurado es el hombre a quien escogiste e hiciste que se acercara a ti, para que pudiese residir en tus atrios” (Tehilím, Salmos 65, 5). Dijo: Bienaventurado es el hombre con quien el Santo hace amistad y lo trae cerca de Sí para morar en el Palacio Santo. Quien está unido a El en adoración tiene sobre sí una señal inscrita desde arriba para hacer saber que es uno de los que el Rey Santo eligió para que moraran en Sus atrios. Un hombre que tiene sobre sí semejante señal puede pasar por todas las puertas superiores sin demora u obstáculo. R. Judá dijo: Bienaventurada fue Moisés acerca de quien fue escrito ese versículo. De él leemos: “Y Moisés se acercó a la espesa oscuridad donde El Eterno estaba” (Shemos, Éxodo 20, 21). Y también, “Moisés sólo vino cerca del Eterno, pero ellos no” (Shemos, Éxodo 24, 2). Así dirás a la casa de Yaakov: Esto se refiere a las mujeres; y cuenta a los hijos de Israel, esto significa los varones. R. Simeón conectó el “así” (kóh) en este versículo con el “así” en la ordenanza de la bendición sacerdotal: “Así (kóh) bendeciréis (Bamidbar, Números 6, 23). también con “tus santos Te bendicen” (yevarejujá), cuya última palabra puede separarse en dos palabras: yevareju koh, “ellos bendicen con Koh” (es decir la Sefirá Maljut); “Diciendo” indica el lado de la Justicia (Severidad) mientras que “contar” indica e-1 lado de la Misericordia, como en el versículo: “Y él declaró (vayagued) a vosotros su pacto (Misericordia)” (Devarím, Deuteronomio 4, 13). y también en la declaración que hacía el israelita al traer el canasto de las frutas primicias al sacerdote: “Yo proclamo (higadti) este día al Eterno tu El Eterno” (Devarím, Deuteronomio 26, 3). R. Yose dijo: Como hemos mencionado este versículo, yo quisiera preguntar ¿por qué dice “al Eterno tu El Eterno” en vez de “al Eterno nuestro El Eterno”? R. Simeón respondió: Este no es el único caso en que “tu” se emplea en vez de “nuestro”. Por ejemplo: “El Eterno tu Dios, te traerá a un buen país” (Devarím, Deuteronomio 8, 7). “porque el Eterno tu Dios es fuego que consume” (Devarím, Deuteronomio 4, 23). Moisés mismo, que empleó esta expresión, no podía decir “nuestro” El Eterno, porque, según nuestro dicho, “quien vive fuera del País de Israel, es como si viviera sin El Eterno”. Así dijo a los hijos de Israel, que iban a instalarse en la Tierra Santa y a recibir allí a la Shejiná, “tu El Eterno”, pero no podía decir “nuestro Elokim”, porque no hubo de entrar en Tierra Santa. R. Yose replicó: Pero ¿por qué los israelitas hubieron de decir “tu El Eterno”, si ya estaban en el país? R. Simeón replicó que ellos debían proclamar que fue debido a la Gracia Superior que ellos estuvieran tan favorecidos por El Eterno y bendecidos con tantas cosas buenas. Todo esto ellos lo dijeron al sacerdote que, como tal, está relacionado con el atributo de la Gracia (perdón del pecado y mediación). “Di a la casa de Yaakov” es la forma adecuada para ella, “y cuenta a los hijos de Israel” es la más perfecta forma que les cuadra. Pues, Yaakov e Israel representan dos grados (Maljut y Tiféret), y aunque se unen en uno, el producto completo es llamado Israel. De ahí, “contarás a los hijos de Israel”, para revelarles la sabiduría y para decirles en el espíritu de la sabiduría la gracia y la verdad que el Santo, Bendito Sea, les ha mostrado. R. Yose contó una vez la siguiente historia: Ocurrió en una ocasión que un día, cuando yo estaba caminando en compañía de mi hijo, R. Jiyá, llegamos a un hombre que juntaba hierbas medicinales. Cuando nos acercamos a él, le pregunté: “Dinos, ¿para qué son estos atados de hierbas?” El no contestó, y ni siquiera levantó su cabeza. Yo le dije a mi hijo R. Jiyá: “Ciertamente este hombre es o sordo o loco o muy sabio”. Y nos sentamos cerca de él. Cuando él hubo juntado todas las hierbas y hecho de ellas atados y cubierto cada atado con hojas de parra, también para el último, se dirigió a nosotros y dijo: “Veo que sois judíos, y se dice que los judíos son gente inteligente. Pero, si yo no tuviera piedad de vosotros, habríais en adelante de evitar la compañía de vuestros semejantes, porque os convertís como leprosos; porque como yo lo percibo, al olor de una de estas hierbas ha entrado en vuestros cuerpos y será causa para que se os aparte por tres días. Pero ahora comed este ajo y seréis curados”. Hicimos como se nos ordenó y caímos en un sueño profundo. Yo desperté para encontrarme bañado en transpiración. Entonces el hombre dijo: “Ahora vuestro Elokim está realmente con vosotros, porque El ha ordenado que me encontréis y que por intermedio mío os curarais”. Mientras caminábamos, él nos dijo: “Cada persona debe conversar con sus semejantes según el sexo y la clase a que pertenecen”. A mi me impresionó esta observación, y le dije a mi hijo R. Jiyá: “Esto concuerda con el versículo de la Escritura: “Así dirás a la casa de Yaakov y contarás a los hijos de Israel”. Entonces el hombre dijo: “Probablemente os asombro porque no os hablé ni os presté atención aparente cuando primero os dirigisteis a mi. La razón es que mi padre fue el más grande experto en hierbas y sus propiedades y de él yo aprendí los poderes y los usos de cada planta con propiedades curativas, y yo paso todo el año entre ellas. Ahora, respecto de la hierba que visteis que yo ataba en atados y cubría con hojas de parra: En un rincón septentrional de mi morada hay un lugar en el cual se encuentra una piedra de moler, de cuyo hueco emerge de cuando en cuando un hombre y este hombre tiene dos cabezas y lleva en la mano una espada filosa. Causa terror en los corazones de todos los que lo miran, y, efectivamente, es el veneno de nuestras vidas. Por su causa yo junté esta hierba. Ahora seguidme y veréis qué virtud hay en ella y lo que el supremo El Eterno ha revelado en el mundo y como ni siquiera los sabios pueden conjeturar o sondear todos Sus misterios”. Y así fuimos siguiéndolo, en el camino a su casa pasamos por un hoyo en el suelo en el que el hombre depositó algo de la hierba. Cuando el hombre así lo hizo, salió del hoyo una serpiente con una cabeza enorme. El hombre tomó de su cinturón un pedazo de tela y ató la serpiente como si fuera un corderito. Nosotros nos asustamos mucho, pero el hombre dijo: “Seguidme hasta que lleguemos a su morada”. Y nosotros los seguimos. Llegamos a su casa, y allí vimos el lugar del cual nos había hablado: en lo oscuro, detrás de una pared. Tomó una vela y encendió un fuego alrededor del lugar donde estaba colocada la piedra de moler. Luego nos dijo: “No os aterréis ante lo que veis, y guardad silencio”. Cuando dijo esto, soltó los lazos de la serpiente y la dejó libre, luego redujo a polvo algo de la hierba y lo espolvoreó sobre la cabeza de la serpiente. Inmediatamente la serpiente descendió en la abertura de la piedra de moler y nosotros de pronto oímos una voz que estremeció a todo el lugar. Quisimos huir, pues estábamos muy asustados, pero el hombre nos tomó de las manos, y dijo: “No temáis, acercaos a mi”. Entonces la serpiente reapareció y vimos que estaba chorreando sangre. Volvió a entrar en la abertura de la piedra de moler. Después de breve tiempo salió de la abertura un hombre con dos cabezas, con la serpiente arrollada en su cuello. Diez veces entró en la abertura de la piedra de moler, y salió de nuevo, diciendo: “¡Camaleón, camaleón, desdichada su madre que lo ha traído allí!” Entonces la piedra de moler se movió de su lugar y hombre y serpiente juntos fueron arrojados a nuestros pies, donde cayeron y murieron. Estuvimos aterrados, pero el hombre que nos trajo allí, dijo: “Así se manifiesta el poder de la hierba que junté en vuestra presencia. Por esta razón no os miré ni hablé una palabra. Si los hombres sólo conocieran la sabiduría de todo lo que el Santo, Bendito Sea, plantó en la tierra, y el poder de todo lo que se encuentra en el mundo, proclamarían el poder de su Eterno en Su gran Sabiduría. Pero el Santo deliberadamente ha ocultado su sabiduría de los hombres, a fin de que ellos no se apartaran de Su camino confiando en esa sabiduría solamente y olvidándolo a El”. Cuando después yo conté los hechos de ese día a R. Simeón, él dijo: “Ese seguramente era un hombre sabio. Porque efectivamente las cosas son como él dijo. Obsérvese esto. No hay pasto o hierba que crece en que no se manifieste grandemente la sabiduría de El Eterno y que no pueda ejercer gran influencia en el cielo. Esto lo podemos ver del hisopo. Cuando el Santo desea que los hombres se purifiquen de la contaminación, ordena que se use el hisopo como medio de purificación. ¿Y por qué es eso? Para que el poder de arriba que está representado por esa hierba pueda levantarse para exterminar el espíritu de impureza, para que el contaminado pueda purificarse. En cuanto a tí, dijo: Bendito sea el Misericordioso que te ha liberado”. Habéis visto lo que hice a los egipcios. Y cómo os conduje en alas de águilas. ¿Qué indican las “alas de águilas”? Según R. Judá, las “águilas” son un símbolo de la misericordia, como está dicho: “Como un águila se agita sobre su nido, aletea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, los conduce en sus alas, así el Eterno” (Devarím, Deuteronomio 32, 11). Así como el águila cuida amorosamente sus polluelos, pero es cruel con otros, así él Santo manifiesta su misericordia amorosa a Israel y Su juicio severo a las naciones paganas. R. Simeón encontró la misma indicación en el versículo: “El camino de un águila en los cielos” (Mishlei, Proverbios 30, 19). Una vez R. Eleazar iba de Capadocia a Lida, acompañado de R. Yose y R. Jiyá. Se habían levantado al amanecer, y cuando apareció la luz, R. Jiyá dijo: Veo ante mí la visión del profeta, “y la semejanza de rostros (de las Jayot) era: cara de hombre y cara de león a la derecha en las cuatro; y cara de toro a la izquierda de las cuatro; y cara de águila para las cuatro” (Yejezkel, Ezequiel 1, 10). Así el león está a la mano derecha, el toro a la izquierda, pero, ¿qué hay en cuanto al águila? R. Eleazar respondió: pertenece a la esfera del “niño” (es decir, la Misericordia), porque el águila combina la misericordia y la crueldad. Y así El Eterno condujo a Israel con amor y trató severamente a los otros, y la expresión “el camino de un águila en los cielos” ha de tomarse literalmente, porque el amor (la misericordia) está en el centro del cielo. De ahí que el león está a la derecha, el buey a la izquierda, y el águila entre los dos, uniéndolos. En cuanto al “hombre”, él comprende todo, como está escrito: “Y sobre la semejanza del trono, una semejanza como la apariencia de un hombre encima de él” (Yejezkel, Ezequiel 1, 26). Y aconteció en el tercer día. R. Abba vinculó esto con el versículo siguiente: “Tenemos una hermana pequeña, que aun no tiene pechos; ¿Qué haremos con nuestra hermana en el día en que haya de ser pedida?” (Shir hashirím, Cantar de los Cantares 8, diestra. oh Eterno, glorificada en poder” (Shemós, Éxodo 15, 6). donde la diestra se convirtió en la izquierda (juicio). “Y una nube espesa sobre el monte”, es decir, una nube potente que permanecía en un lugar sin moverse. “Y la voz de la trompeta en extremo recia”: esta voz salía de en medio de la pesada nube, como está escrito, “Cuando oísteis la voz de en medio de la oscuridad”(Devarím, Deuteronomio 5, 24). Según R. Judá, había tres grados de oscuridad: oscuridad, nube y nubes espesas (Arafel), y la voz salía desde sus profundidades más internas. R. Yose dijo que la más interna era esa a que se refieren las palabras “con una grande e ininterrumpida voz”. (Devarím, Deuteronomio 5, 19). R. Abba dijo: Está escrito: “y todo el pueblo estaba observando los truenos” (Shemos, Éxodo 20, 18). ¿Es seguro que debió haber oído los truenos? Pero se nos ha enseñado que las “Voces” fueron delineadas, labradas sobre la triple oscuridad, de modo que se las podía aprehender como algo visible, y ellos vieron y oyeron todas esas cosas maravillosas desde la oscuridad, la nube y la oscuridad neblinosa. Y porque vieron esa vista, irradió sobre ellos una luz superior y percibieron cosas más allá del alcance de todas las sucesivas generaciones y vieron cara a cara (Devarím, Deuteronomio 5, 4).¿Y desde dónde derivaron el poder de ver así? Según R. Yose, de la luz de esas voces, porque no hubo una de ellas que no emitiera luz que hiciera perceptibles todas las cosas ocultas y veladas, y aun todas las generaciones de hombres hasta los días del Rey Mesías. Por eso se dice: “Y todo el pueblo vio las luces”. Efectivamente las vio. La palabra Kolot está aquí precedida por la partícula et que, como es habitual, indica que hemos de entender otro objeto además del que se menciona; en este caso otra voz de abajo, que reunía en sí toda la luz (Shejiná) que emana de las otras voces en que vieron, en sublime sabiduría, todos los tesoros celestiales y todos los misterios ocultos que nunca fueron revelados a generaciones sucesivas y no serán revelados hasta que venga el Rey Mesías cuando “ellos verán ojo a ojo” (Yeshayahu, Isaías 53, es, según R. Judá, esa voz que se llama “trompeta” con referencia al Día de la Expiación (Vayikrá, Levítico 25, 9). Según R. Simeón, la “voz de la trompeta” es la “palabra que sale de la boca del Eterno” (Devarím, Deuteronomio 8, 3). por la que “el hombre vive”. Es más grande y más fuerte que todas las otras voces de abajo. De ella depende todo. Se la llama “gran voz” y también “voz silenciosa suave” (Melajim 1, 1° de Reyes 19, 12). es decir, una clara delgada luz que ilumina todas las cosas, pero también “una voz silenciosa”, porque las érsonas deben llenarse de pavor y de silencio para oírla, como está escrito: “Yo dije: cuidaré de mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con una mordaza” (Tehilím, Salmos 39, 2). El texto continúa: “Y cuando el pueblo lo vio, tembló y permaneció Alejado” (Shemos, Éxodo XX, 18). Aquí se emplea la misma palabra acerca del pueblo que la que se emplea respecto de los “pilares de la puerta” en el Templo, que se movieron cuando Isaías vio su visión (Yeshayahu, Isaías VI, 4). ¿Y qué leemos de Ezequiel cuando vio la Presencia? “Pues miré, y he aquí un viento tormentoso que venía del norte; una gran nube y un fuego que se extendía; la cual nube estaba rodeada de un resplandor; y de en medio del fuego como una refulgencia del Jashmal” ( Yejezkel, Ezequiel I, 4). Según R. Yose, el viento tormentoso era simbólico del quebrantamiento del poder de los cuatro reinos. R. Judá agregó que de acuerdo a la tradición el fuerte viento que se movía del lado del Poder Celestial (Guevurá) vino del norte, la especial región oculta arriba, de la cual emana la justicia, pues no dice del “norte”, sino de “el norte”. “La gran nube y un fuego extendiéndose” son los elementos que despiertan: juicios tres veces al día desde la región del Poder. ¿Y qué lo hace soportable a pesar de su severidad? “El resplandor” que lo rodea, la luz que lo envuelve, de modo que el juicio no es tan duro para que lo sobrelleven los hombres. R. Yose, el hijo de R. Judá, dijo que los israelitas en el Monte Sinaí vieron de lo Divino más que el profeta Ezequiel y estaban todos unidos con la Sabiduría Superior. Ellos vieron cinco grados diferentes de voces, por los cuales cinco la Toráh fue dada, siendo la quinta la '“voz de la trompeta”, y, en cambio, Ezequiel sólo vio cinco grados inferiores: El viento tormentoso, la gran nube, el fuego, el resplandor y el color del jashmal. R. Eleazar dijo: De los israelitas está dicho: “Cara a cara el Eterno os habló” (Deuteronomio V, 4), pero Ezequiel solamente vio una “semejanza” (Ezequiel 1, 5). como uno que mira a través de una división. R. Eleazar dijo luego: Si los israelitas vieron lo que nunca vio un profeta, ¡cuánto más verdad es esto tratándose de Moisés! Cuan feliz fue la suerte de él, que “'estuvo allí con el Eterno” (Shemos, Éxodo 34, 28). y con quien El habló “no por enigma” (Bamidbar, Números 12, que indica que su visión duró un breve espacio de tiempo. R. Eleazar observó que la expresión utilizada sugiere que él a la vez vio y no vio, oyó y no oyó —es decir que su visión y su audición fueron imperfectas—: como dice, él vio algo como jashmal, pero no realmente el jashmal mismo. En cambio, de los israelitas está dicho: “ellos vieron las voces”; cada uno vio efectivamente de acuerdo a su grado. Pues hay una tradición de que ellos permanecieron en grupos y divisiones, y cada uno vio según le cuadraba. De acuerdo a R. Simeón los jefes de las tribus permanecieron solos, las mujeres solas y los guías del pueblo solos, cinco grados a la derecha y cinco a la izquierda, como está escrito: “estad de pie este día todos vosotros ante el Eterno vuestro El Eterno; vuestros capitanes de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, con todos los hombres de Israel” —estos fueron los cinco grados a la derecha; “vuestros pequeños, vuestras esposas, el extranjero que está en tu campamento, desde tu leñador hasta tu aguador” (Devarím, Deuteronomio 29, 10). estos fueron los cinco grados que estaban a la izquierda. Todos estos grados correspondían a los diez grados celestiales y a las Diez Palabras (Decálogo), que son la posesión eterna de Israel, la esencia de todos los mandamientos, la buena porción de Israel. Se nos ha enseñado que cuando el Santo se reveló en el Monte Sinaí todos los israelitas vieron la manifestación Divina como uno ve una luz que fluye a través del vidrio de una lámpara, y por medio de esa luz cada uno de ellos vio más que el profeta Ezequiel. Pues esas voces celestiales se revelaron todas juntas, mientras que a Ezequiel sólo se le reveló la Shejiná en su Carroza y él solamente captó de ella como a través de muchas barreras. R. Judá dijo: Bienaventurado fue Moisés, acerca del cual está dicho: “Y el Eterno bajó al Monte Sinaí... y el Eterno llamó a Moisés a la cumbre del monte”, y bienaventurada fue esa generación acerca le la cual está dicho: “Y el Eterno bajó al Monte Sinaí ante los ojos de todo el pueblo”. Pero, como la Torá fue dada desde la Mano Derecha “de su diestra salía una ley de fuego para ellos” (Devarím, Deuteronomio 32, 2). ¿qué diferencia esencial había entre la manifestación al pueblo y la manifestación a Ezequiel? R. Yose respondió: En el Sinaí se revelaron la “Cabeza” y el “Cuerpo” del Rey, como está escrito: “El inclinó los cielos y bajó” (Shmuel 2, 2° de Samuel 22, 10). pero a Ezequiel solamente se le mostró la “Mano”: “Y la mano del Eterno estaba allí sobre él” ( Yejezkel, Ezequiel 1, 3). Y aun la “Mano” tiene dos aspectos. uno más elevado y uno más bajo. Observad qué dice: “Los cielos estaban abiertos y yo vi visiones (marot) de El Eterno” (Yejezkel, Ezequiel 1, 1). “Marot está escrito en una forma defectuosa, para indicar que tuvo meramente una visión de la Shejiná. R. Yese dijo: ¿Y no es la Shejiná una representación del todo de la Divinidad? R. Yose respondió: No se puede comparar la “Cabeza” del Rey a sus “Pies”, aunque ambos están en el “Cuerpo” del Rey. Observad que Isaías dijo “yo vi (et) al Eterno” (Yeshayahu, Isaías 6, 1). pero Ezequiel dijo “yo vi visiones de El Eterno”. Mas, los dos, sin embargo, querían significar la misma cosa y ambos pertenecieron al mismo grado de percepción espiritual. ¿Por qué, entonces, Isaías no dio de sus visiones un informe detallado como el que dio Ezequiel? Según R. Yose, fue necesario que Ezequiel hablara en una manera detallada a fin de impresionar al pueblo en exilio con el hecho de que el Santo lo amaba a ese pueblo y que la Shejiná y Sus carrozas habían bajado al exilio también para acompañar al pueblo. R. Jiyá preguntó: ¿Por qué la Shejiná se reveló en “el país de los Caldeos?” ( Yejezkel, Ezequiel 1, 3). del cual está dicho: “he aquí el país de los Caldeos, un pueblo que no existe” (Yeshayahu, Isaías 23, 13). es decir, en ruinas? Si fue por consideración a Israel, seguramente ella pudo haber estado presente entre los israelitas, ¿sin manifestarse en ese lugar no propicio? Sin embargo, si ella no se hubiera revelado, el pueblo no habría sabido que ella lo acompañaba. Además, la revelación tuvo lugar “junto al río Kevar” ( Yejezkel, Ezequiel 1, 3). , junto a aguas no contaminadas, donde no hay impureza, siendo ese río uno de los cuatro que salían del Jardín de Edén. Fue allí, y no en ninguna otra parte, que “la mano del Eterno estaba sobre él”, como se ha afirmado directamente. R. Jiyá también expuso, de acuerdo con la enseñanza esotérica, ]a visión de Ezequiel: “y procedente de en medio del mismo (se veía) una semejanza de cuatro seres vivientes (Jayot), y ésta era su apariencia: tenían la semejanza de hombres” ( Yejezkel, Ezequiel 1, 5). que dice que hay un Salón Sagrado en el cual residen cuatro Creaturas vivientes, que son los más antiguos seres celestiales que ayudan al Anciano Santo y que constituyen la esencia del Nombre Superior; y que Ezequiel solamente vio la semejanza de las Carrozas superiores, porque su mirar lo era desde una región que no estaba muy alumbrada. Dijo, además, que hay seres inferiores que corresponden a estos superiores, y así sucesivamente, y que todos están ligados entre sí. Nuestros maestros han asentado que Moisés derivó su visión profética de un espejo brillante, mientras que los otros profetas derivaron sus visiones de un espejo mate. Así está escrito respecto de Ezequiel: “Yo vi visiones de El Eterno”, mientras que en relación con la diferencia entre Moisés y todos los otros profetas se dice: “Si hay un profeta entre vosotros, Yo el Eterno me haré conocer a él en una visión... Mi servidor Moisés no es así, pues él es fiel en toda mi casa: y con él hablaré boca a boca” (Bamidbar, Números 12, 7-8). R. Yose observó que todos los profetas son en comparación con Moisés como mujeres en comparación con varones. El Eterno no le habló “por enigmas” (Bamidbar,Números 12, “ (Vayikrá, Levítico 25, 10). R. Simeón observó que fue el Jubileo quien condujo a Israel de Egipto; es decir, que la liberación divina emanó del lado del Yovel, (Jubileo) y del mismo lado fue el juicio aplicado a los egipcios. Por esta razón la liberación de Egipto se menciona en el Pentateuco cincuenta veces en expresiones como “Yo te he sacado del país de Egipto”, Yo te he sacado con mano fuerte...”. R. Simeón dijo, además: Cuando los israelitas recibieron la Toráh el Yovel, (Jubileo) coronaba al Santo, Bendito Sea, corno un rey es coronado en medio de su ejército, como está dicho, “Avanzad, vosotras, hijas de Sion, y mirad al Rey Salomón con la corona con la cual su madre lo coronó en el día de sus esponsales” (Shir hashirím, Cantar de los Cantares 3, 11). ¿Quién es Su “madre”? El Jubileo. Y el Jubileo se coronó con gozo perfecto, como está escrito: “La madre gozosa de hijos” (Tehilím, Salmos 113). R. Judá dijo: Acerca de esto está escrito: 'Tu padre y tu madre estarán alegres, y la que te concibió se regocijará”, (Mishlei, Proverbios 23, 25). R. Yitzjak dijo: En la hora cuando el Santo, Bendito Sea, se reveló en el Monte Sinaí, este monte comenzó a sacudirse fuertemente y de acuerdo con él temblaron todas las colinas y los lugares altos de la tierra, de modo que temblaron hasta que el Santo extendió Su mano y los calmó, y se oyó una voz: “¿Qué tienes, oh mar, que huyes, y tú, oh Jordán, que te vuelves atrás? Oh montañas, que saltáis como carneros, ¿y vosotros, collados, como corderos?” Y la respuesta fue: “Tiembla, oh tierra, a la presencia del Eterno, a la presencia del El Eterno de Yaakov” (Tehilím, Salmos 114, 5-7). Y “el Eterno” en este versículo se refiere a la “Madre” (Biná); “tierra”, a la “Madre” abajo (Maljut); “el El Eterno de Yaakov”, al Padre (Jojmá), cuyo “hijo primogénito es Israel” (Shemos, Éxodo 4, 23). a quien “su madre coronó en el día de sus esponsales”; ella lo coronó con los colores simbólicos, blanco, rojo y verde, en los que están incluidos todos los otros colores, y en él estaban unidos todos. Según R. Judá, la “Corona” simboliza a Israel, que es la gloria de El Eterno, como está escrito: “Israel, en quien yo soy glorificado” (Yeshayahu, Isaías 49, 3) “y yo glorificaré la casa de mi gloria” (Yeshayahu, Isaías 60, 7). R. Yitzjak dijo: La Torá se manifestó en un fuego negro que estaba puesto sobre un fuego blanco, significando que por medio de la Torá la “Mano Derecha” golpeó la “Mano Izquierda”, para que las dos pudiesen fusionarse, como está escrito: “De su mano derecha una ley de fuego para ellos (Devarím, Deuteronomio 33, 2). R. Abba dijo: Cuando salió el humo del Monte Sinaí ascendió envuelto en él un fuego, de modo que sus llamas eran de un color azul. Ellas se levantaban y bajaban y él humo emitía toda clase de aromas del Paraíso, desplegándose en los colores de blanco, rojo y negro, como está dicho, “perfumada con mirra e incienso y con todos los polvos aromáticos del perfumista” (Shir ha shirim, Cantar de los Cantares 3, 6). Fue la Shejiná quien se manifestó así cuando se otorgó la Ley en el desierto, sobre el Monte Sinaí, como está dicho, “¿Quién es esta que viene subiendo del desierto como columna de humo?” (Shir ha shirim, Cantar de los Cantares 3, 6). R. Judá dijo: Pero seguramente no es necesario ir tan lejos para encontrar esto. ¿No tenemos la afirmación directa de que “el Monte Sinaí estaba todo en un humo, porque el Eterno descendió sobre él en fuego y el humo de él ascendió como el humo de un horno” (Shemót, Éxodo 19, 18). ¡Bienaventurado fue el pueblo que vio esta cosa maravillosa y aprehendió su misterio! R. Jiyá dijo: Las letras, cuando fueron grabadas sobre las dos tablas de piedra, eran visibles a ambos lados de las tablas. Las tablas eran de piedra de zafiro y las letras estaban formadas de fuego blanco y cubiertas luego con fuego negro y estaban grabadas sobre ambos lados. Según R. Abba las tablas no estaban grabadas, sino que las letras flotaban sobre ellas, siendo visibles en dos colores de fuego, blanco y negro, para demostrar la unión de Derecha e Izquierda como está escrito, “largura de días hay a su mano derecha, y a su izquierda, riqueza y honor”(Mishlei, Proverbios 3, 16). ¿Pero no se nos ha dicho que “de su mano derecha (vino) una ley de fuego para ellos”(Devarím, Deuteronomio 33, 2). La verdad es que a pesar de que la Torá emanaba del lado del Poder —es decir la Izquierda— el Lado Izquierdo fue incluido en el Derecho, y así a la Justicia la atemperó la Misericordia, que fue simbolizada por los dos fuegos: el blanco para la Misericordia y el negro para el Poder y la Severidad. Está escrito: “Y las tablas fueron la obra del Eterno”(Shemót, Éxodo 33, 18). Efectivamente Así fueron, porque como ha dicho R. Judá: la palabra halujot (las tablas), por estar escrita en forma defectuosa, indica que a pesar de ser dos aparecían como una, y las Diez Palabras fueron grabadas sobre ellas, una sección de cinco estaba incluida en o sobrepuesta sobre las otras cinco, de modo que pudiesen incluirse en la emanación del Lado Derecho, es decir, de la Misericordia; y de esta manera fueron efectivamente la propia “obra de El Eterno”. R. Yitzjak dijo: originalmente fueron dos piedras de zafiro que estaban ásperamente cortadas, pero el Santo hizo que un viento soplara sobre ellas, las puliera y las transformara en dos tablas. A esto intervino R. Judá, sosteniendo que sólo parecían como zafiro, pero que en realidad eran una creación nueva. Dijo: Esto ha de ser así, pues está dicho que eran “la obra de El Eterno”. A lo cual R. Yitzjak replicó: ¿Pero no es el zafiro, la más preciosa de todas las piedras, una “obra de El Eterno”? R. Judá dijo: ¿Por qué, entonces, dice que ellas eran especialmente una “obra de El Eterno”? R. Yitzjak respondió: no dice que las piedras eran una especial obra de El Eterno, sino las tablas. Y el deletreo de la palabra lujot (sin vav) (tablas) sugiere que lo milagroso no estaba tanto en las piedras mismas como en su formación como tablas y en la escritura. R. Simeón dijo: Ambas interpretaciones son correctas. Estas dos tablas existieron desde antes de la Creación, pero fueron perfeccionadas en el sexto día de la Creación especialmente con este propósito; así fueron una creación especial del Santo. ¿De qué estaban formadas? Del rocío superior que sale del Anciano Santo, del cual, cuando descendía sobre el “Campo de las Manzanas Sagradas”, el Santo tomó dos gotas e hizo que se solidificaran y se volvieran dos piedras preciosas. Luego El sopló sobre ellas y se volvieron planas como dos tablas. Así fueron “obra de El Eterno” las dos piedras y la escritura, “escrita con el dedo de El Eterno” (Devarím, Deuteronomio 9, 10). Ese “dedo” tiene el mismo significado simbólico que el “Dedo de El Eterno” del cual hablaban los magos egipcios (Shemót, Éxodo 8, 19). expandiéndose cada “dedo” en diez hasta que se torna la mano completa, como vio Israel junto al mar. R. Judá dijo: Cuando dice que la “escritura estaba... grabada sobre las tablas” (Shemót, Éxodo 32, 16). significa que las tablas estaban agujereadas, de modo que la escritura pudiese verse de cada lado; la escritura formaba un grabado dentro de un grabado. Según R. Abba, era posible ver un lado desde el otro, y leer en él la escritura. R. Eleazar dijo: Estaban escritas milagrosamente para que cada hombre pudiese advertir que era “escritura de El Eterno”, al no ser capaz de encontrar ninguna otra explicación de esta doble apariencia. Además, si las tablas estaban agujereadas, como se ha sugerido, ¿por qué no dice que la Escritura estaba grabada “dentro de las tablas” en vez de “sobre las tablas”? Pero el hecho es que, como se nos ha enseñado, cinco Palabras estaban escritas a la derecha y cinco a la izquierda, y las de la izquierda estaban incluidas en las de la derecha, y de la derecha uno podía ver las de la izquierda, de modo que todas estaban a la derecha y todas se hallaban fusionadas entre sí. Quien se encontrara a un lado podía ver lo que estaba del otro lado y leerlo, pues se nos ha enseñado que la Izquierda se había convertido en la Derecha. Así fue efectivamente “la escritura de El Eterno”. Lo que aconteció fue lo siguiente: El que estaba a un lado leía “Yo soy el Eterno tu El Eterno” y fuera de estas letras podía ver las palabras “no matarás”. Luego leía, “tú no tendrás (otros dioses)”, y al mismo tiempo podía ver las palabras “No cometerás adulterio”. Luego seguía leyendo “No emplearás el nombre del Eterno tu El Eterno en vano” y ver del otro lado las palabras “no robarás”, y así sucesivamente. Y a la inversa, si miraba al otro lado. Y Moisés bajó al pueblo y le dijo. R. Yose preguntó: ¿A qué viene esta observación, si no se nos dice lo que él dijo? R. Yitzjak respondió: Es bien sabido que cuando una persona espera una gran fortuna o un gran infortunio, antes de que el acontecimiento ocurra se halla en un estado de gran tensión nerviosa y difícilmente puede controlarse. Pero una vez conocido lo mejor o lo peor, recupera su ecuanimidad. Y en este caso Moisés realmente preparaba a los israelitas para el gran acontecimiento que estaba por ocurrir, y, sin embargo, cuando ocurrió casi los anonadó. Podemos, pues, imaginar lo que habría acontecido si él no lo hubiera preparado al pueblo. Y este es el sentido de “dijo”: le dijo al pueblo lo que estaba por pasar para así fortalecerlo anticipadamente y con todo esto, como ya se indicó, el pueblo no pudo resistir la revelación cuando ella vino, porque, como dijo R. Judá, en nombre de R. Jiyá, en el nombre de R. Yose: “Cuando los israelitas oyeron las palabras del Santo, sus almas huyeron de ellos y ascendieron al Trono de Gloria para apegarse a él. Dijo la Torá al Santo: ¿Fue por nada, para ningún propósito, que Yo fui modelada dos mil años antes de la creación del mundo? ¿Es en vano que en mí está inscrito “Cada uno de los hijos de Israel”, habla a los hijos de Israel”, “los hijos de Israel son Mis servidores”, “Estos son los hijos de Israel” y oirás diversas palabras de carácter parecido? ¿Dónde, entonces, están los hijos de Israel? A esa hora los hijos de Israel recibieron de nuevo las almas que habían huido en el despertar del esplendor Divino, pues la Torá las devolvió a cada una a su propio sitio; sí, ella las tomó y las devolvió a sus dueños, cada una al cuerpo que fuera su propia morada. Esta es la significación de las palabras: “La Torá del Eterno es perfecta, restituye el alma” (Tehilím, Salmos 19, 7). y “restituye” se emplea en el sentido literal. Hay una tradición concerniente al Rey Salomón de que cuando él primero se sentó en su trono la Luna estaba en su plenitud, porque él era el decimoquinto en descendencia de Abraham. y el linaje era: Abraham, Yitzjak, Yaakov, Judá, Peretz, Jezrón, Ram (Ruth IV, 19), Aminadab, Najshón, Shalmon, Boaz, Obed, Yese. David. Salomón. Por eso está escrito: Entonces Salomón se sentó en el trono del Eterno” (Divrei ha Devarím 1, 1° de Crónicas 29, 23). y también “el trono tenía seis subidas”, siendo así una réplica del Trono Superior. En los días de Zedequías, la Luna estaba en su menguante y el rostro de Israel estaba oscurecido. El era el decimoquinto desde Salomón. Su linaje era: Rejoboam, Abiaj, Asa, Josafat, Jehoram, Ajazia, Joasch, Amazía, Uzía, Jotam, Ajaz, Ezequías, Manase, Amón, Josías, Zedequías. Cuando vino Zedequías la Luna menguó y permaneció así, pues está escrito: “El (el rey de Babilonia) cegó los ojos de Zedequías”(Yeremiyahu, Jeremías 52, 11). Entonces “El arrojó desde el cielo hacia la tierra la belleza de Israel” (Mijá, Lamentaciones 2, 1). La tierra estaba apartada lejos del cielo y se oscureció. Cuando los israelitas estaban junto al Monte Sinaí la Luna comenzó a brillar, como está escrito: “El inclinó los cielos y bajó” (Shmuel 2, 2° de Samuel, 22, 10). significando que el Sol se acercó a la Luna, y la Luna comenzó a brillar, como se expresa en las palabras: “Y los acampados de la parte del oriente, hacia donde se levanta el sol, serán los de la bandera del campamento de Judá, según sus escuadrones” (Bamidbar, Números 2, 3). En el Monte Sinaí fue Judá designado jefe en el reino. R. Yitzjak encontró esto expresado en las palabras: “Pero Judá anda aún con El Eterno y es leal con los fieles” (Hoshea, Oséas 12, 1). que significa que cuando El Eterno gobernaba en Su Reino en el Monte Sinaí, estaba Judá gobernando en el suyo; cuando el Santo dijo a Israel: “Y seréis para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa”, fue Judá considerado fiel y digno para recibir el reino, y por eso la Luna comenzó a brillar. Yo soy el Eterno tu El Eterno que te sacó del país de Egipto. R. Eleazar se refirió al versículo: “Hijo mío, oye la instrucción de tu padre y no abandones la Toráh de tu madre” (Mishlei, Proverbios 1, 18). Dijo: “La instrucción de tu padre” se refiere al Santo; “La Toráh de tu madre” se refiere a la Comunidad de Israel. Según R. Judá, “padre” representa la Sabiduría (Jojmá) y “madre” representa el Entendimiento (Biná). R. Judá dijo: Ambas interpretaciones significan una y la misma cosa, porque se nos ha enseñado que la Toráh emanó de la Sabiduría Superior. R. Yose dijo que la Toráh emanó del Entendimiento, porque está dicho: “para percibir las palabras de entendimiento” y “no abandones la Toráh de tu madre”. R. Judá dijo: La Toráh es una emanación de ambos: la Sabiduría y el Entendimiento, y combina la influencia de ambos, porque está dicho: “Hijo mío, oye la instrucción de tu padre y no abandones la Toráh de tu madre”. R. Abba dijo: Ella contiene la influencia de todas las emanaciones, en virtud de que contiene estas dos, y así contiene: gracia, juicio y misericordia y cada cual que se requiera para la perfección. Cuando el Rey y la Matrona están en unión armoniosa hállanse armoniosamente unidos todos los atributos, y donde se encuentran éstos, se encuentran igualmente todos los otros. R. Yose dijo: El “Yo” en el primer mandamiento representa la Shejiná, como en “Yo bajaré contigo a Egipto”(Bereishis, génesis 46, 4). R. Yitzjak dijo que después de “Yo” hay una pausa, y las palabras siguientes, “el Eterno es tu El Eterno”, se refieren al Santo, Bendito Sea, idéntico con los “Cielos”, como está escrito: “desde los cielos te hizo oír Su Voz”(Devarím, Deuteronomio 4, 36). y también, “Vosotros habéis visto que Yo he hablado con vosotros desde el cielo”(Shemót, Éxodo 20, 19). El “que” (asher) designa la esfera que todos consideran bendecida (ashar). El “sacar de Egipto” designa el “Jubileo”, pues hemos aprendido que el “Jubileo” fue la causa inmediata del éxodo de Israel de Egipto; por cuya razón este suceso se menciona cincuenta veces en la Toráh. Cincuenta días pasaron desde el Éxodo a la Revelación en el Sinaí, y cincuenta años han de pasar para la liberación de los esclavos. “De la casa de esclavos”, como está escrito: “El Eterno golpeó a todo primogénito en la tierra de Egipto” (Shemót, Éxodo 12, 29). que, según se nos enseñó, significa la “corona” inferior que los egipcios adoraron. Porque, en verdad, como hay una “Casa” arriba, así hay también una “casa” abajo; una “casa” santa arriba —”con sabiduría es construida una casa” (Mishlei, Proverbios 24, 3). y una “casa” no santa abajo, una “casa de esclavos”. Se nos ha enseñado que cuando fue proclamado el “Yo”, todos los mandamientos de la Toráh que están unidos en el “Cuerpo” del Santo Rey Superior estaban en él comprendidos. Pues, efectivamente, todos los mandamientos tienen su centro unificador en el “Cuerpo” del Rey; algunos en la “Cabeza”, algunos en el “Tronco”, algunos en las “Manos”, y algunos en los “Pies”, y ninguno de ellos nunca sale y se vuelve separado del “Cuerpo” del Rey, o pierde conexión con él. Por eso quien comete transgresión aunque fuese contra uno de los mandamientos de la Toráh es como si transgrediera contra el “Cuerpo” del Rey, como está escrito: “Y ellos saldrán y mirarán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra Mí”(Yeshayahu, Isaías 66, 24) es decir, “contra Mí Mismo”. Desdichados los pecadores que quebrantan las palabras de la Torá; no saben lo que hacen. Y así dijo R. Simeón: El lugar contra el cual se comete un pecado revela el pecado. Cuando se ha cometido un pecado contra el Santo, es El Mismo quien lo revela, como está escrito: “El cielo revelará su iniquidad y la tierra se levantará contra él” (Yiov, Job 20, 27).“El cielo” significa el Santo; “la tierra”, la Comunidad de Israel. También se nos enseñó que “cielo” revela la culpa del hombre y “tierra” ejecuta juicio sobre los pecadores, como está escrito: “Y la tierra se levantará contra él”. R. Yose dijo: En nombre de R. Simeón se nos enseñó que a la hora cuando la Toráh fue dada a Israel, Madre e hijos estaban juntos en armonía perfecta, como está escrito, “la madre de los hijos se regocijaba” (Tehilím, Salmos 93, 9). Así “Yo” en este versículo se refiere a la Shejiná, a la que se llama “hija” en el dicho “Abraham tuvo una hija, la Shejiná”. “El Eterno tu El Eterno” tiene la misma referencia que en el versículo “Mi primogénito Israel” (Shemót, Éxodo 4, 22), o sea Tiféret: mientras que las palabras “que te sacó del país de Egipto” se refieren al misterio del “Jubileo” (la Madre). Así la Madre estaba allí y allí estaban los Hijos, todos en gozo y plenitud. Así aplicamos el versículo “la Madre de los hijos se regocija”. De ahí que hemos aprendido que el hombre ha de poner cuidado en no pecar, para no ser causa de que la Madre parta de los Hijos. R. Yitzjak dijo: Todas estas expresiones se refieren al Santo, Bendito Sea, y ésta es cosa descubierta para los “cosechadores del campo”. R. Eleazar dijo: En un lugar dice: “En el comienzo El Eterno creó el cielo y la tierra” y en otro lugar dice “En el día cuando El Eterno el Eterno hizo la tierra y el cielo” (Bereishis, génesis 2, 4). De este hecho se ha concluido que ambos, cielo y tierra, fueron creados como uno; el Santo extendió Su mano derecha y creó el cielo y luego extendió Su mano izquierda y creó la tierra. También cuando dice: “Y acontecerá en ese día que Yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra” (Hoshea, Oseas 2, 21). se refiere a los cielos Superiores y a la tierra Superior, la tierra que se llama “el escabel de Su pie” (Yeshayahu, Isaías 66, I). La significación de esto es que el cielo anhelaba la tierra, para poder unirse con ella en la esfera que se llama “Justo”, como está escrito: “El Justo es el cimiento del mundo” (Mishlei, Proverbios 10, 25). De la cabeza del Rey al lugar donde comienza este Justo fluye un río santo, el óleo de ungimiento, que se derrama en plenitud de deseo sobre esta tierra; y la tierra habiéndolo recibido de allí nutre, a la vez, arriba y abajo. R. Yitzjak dijo: Leemos: “y el Eterno bajó sobre el Monte Sinaí” (Shemót, Éxodo 19 20). “El inclinó los cielos y bajó” (Shmuel 2, 2° de Samuel 22, 10). ¿Cómo bajó El? Pues, el texto nos dice que El descendió sobre el Monte Sinaí, encima de él, y no al Sinaí. R. Yose respondió: El bajó de grado en grado, de corona en corona, hasta que llegó a esta “tierra”, y entonces la Luna brilló y se reveló en integridad en los cielos. Y de ahí que se dice “El descendió sobre el Monte Sinaí”. ¿Qué hay encima del Monte Sinaí? Seguramente, la Shejiná. No tendrás otros el Eternoes delante de Mí (literalmente, delante de Mi Rostro). R. Yitzjak dijo: Esta prohibición de “otros dioses” no incluye a la Shejiná; “delante de Mi Rostro” no incluye los “Rostros del Rey” (las sefirot), en las que el Rey Santo se manifiesta y que son Su Nombre e idénticos con El. Que son Su nombre, lo muestra el versículo: “Yo soy YHVH, este es Mi Nombre” (Yeshayahu, Isaías 42, puede salir del óleo precioso” (Koheles, Eclesiastés 7, 1.) Porque el Nombre Santo sale de “Óleo”, para bendecir y para encender luces nuevas. ¿Qué es este “óleo”? R. Yitzjak dijo: representa el mismo “óleo precioso sobre la cabeza, que baja sobre la barba, sobre la barba de Aarón” (Tehilím, Salmos 133, 2.) el símbolo de la bendición, del cual era instrumento elSumo Sacerdote. R. Eleazar sostuvo que representa las montañas superiores de bálsamo puro. R. Simeón interpretó el versículo del Eclesiastés así: ¡Cuan bueno es el nombre celestial de las superiores luces santas, cuando todas ellas irradian desde el “óleo precioso” que hemos mencionado! Es un pecado mencionar el nombre del Santo en vano, en vacuidad. El hombre que lo hace, mejor sería que no hubiese nacido. Según R. Eleazar, esto también significa que uno no debe pronunciar el Nombre Santo por sí mismo, sino después de una palabra precedente, como en la Toráh ello ocurre por primera vez después de dos palabras, las que significan: Primero creó Elohim. R. Simeón dijo: En la Toráh el Nombre Santo se menciona solamente en relación con un mundo completado: “en el día cuando YHVH Elohim hizo los cielos y la tierra” (Bereshis génesis 2, 4.) De todo esto fluye que uno no debe mencionar el Nombre Santo en vano, es decir, en “vacuidad”. Uno sólo debe pronunciar el Nombre Santo dentro de una bendición o una plegaria. Pero quien pronuncia el Nombre en vano, ni en una bendición ni en una plegaria, será castigado cuando su alma lo esté abandonando: “porque el Eterno no tendrá por inocente a quien pronuncia Su Nombre en vano”. R Yose observó luego que nuestra Mishná dice: ¿Cuál es la naturaleza de la bendición? Es la presencia del Nombre Santo en la bendición lo que la hace significativa, porque este Nombre es la fuente de bendición en todo el universo. Por eso: “no pronunciarás el Nombre del Eterno tu El Eterno en vano”. Recuerda el día Shabat (Sábado), para santificarlo. R. Yitzjak dijo: Está escrito: “Y El Eterno bendijo el séptimo día” (Bereshis, génesis 2, 3.) y aun leemos respecto del Maná “Seis días lo juntaréis, pero en el séptimo día. en el Shabat, no lo habrá en él” (Shemos, Éxodo 16, 26). Si no había alimento en ese día, ¿qué bendición le corresponde? Sin embargo, se nos ha enseñado que todas las bendiciones de arriba y de abajo dependen de; séptimo día. ¿Por qué, entonces, no hubo maná justamente en ese día? La explicación es que todos los seis días del mundo trascendente derivan sus bendiciones del séptimo, y cada día superior envía alimento al mundo de abajo de aquello que ha recibido del séptimo día. Por eso quien ha alcanzado el grado de la Fe debe necesariamente preparar una mesa y una comida en la víspera del Shabat, en viernes, de modo que su mesa pueda ser bendecida durante todos los otros seis días de la semana. Porque, en realidad, en el tiempo de la preparación del Shabat también se prepara la bendición para todos los seis días que seguirán, pues no hay bendición en una mesa vacía. Así, uno ha de preparar la mesa en la noche del Shabat con pan y otros alimentos. R. Yitzjak agregó: también en el día Shabat. R. Judá dijo: Uno debe regalarse en ese día con tres comidas, a fin de que este día pueda serlo de satisfacción y refresco. R. Abba dijo: uno debe hacerlo para que la bendición pueda extenderse a los días superiores que reciben su bendición del séptimo. En ese día la cabeza del “Rostro Pequeño” se llena con el rocío que desciende del Anciano Santo, el Más Oculto: El lo hace descender al Santo “Campo de Manzanos” tres veces después de la entrada del Shabat, a fin de que todos puedan unidos gozar de la bendición. Por eso es necesario, no sólo para nosotros, el tener en ese día dichas tres comidas, sino para toda la creación, porque en esto se consuma la verdadera fe en el Anciano Santo, el “Rostro Pequeño” y el “Campo de Manzanos” y hemos de regocijarnos y deleitarnos en los tres. Pero quien disminuye el número de las comidas, trae imperfección y manchas a las regiones de arriba, y grande será su castigo. R. Simeón dijo: Cuando un hombre ha completado las tres comidas en Shabat, una voz proclama a su respecto: “Entonces te deleitarás en el Eterno”. Esto lo es con referencia a una comida, en honor del Anciano, el Santísimo. Luego proclama “y Yo haré que cabalgues sobre los lugares altos de la tierra” y esto es con referencia a una segunda comida, en honor del santo “Campo de Manzanos”; luego, “y nútrete con la herencia de Yaakov tu padre” (Yeshayahu, Isaías 58, 14). con lo que se completa la tríada con una referencia al “Rostro Pequeño”. Correspondientemente el hombre debe completar el número de tres comidas y encontrar gozo y refresco en las tres y en cada una separadamente, porque esto es una manifestación de fe perfeccionada. Por eso el Shabat es más perfecto que todos los otros tiempos, estaciones y festividades, pues contiene a todos y los une en sí, mientras que ninguna otra festividad o día santo lo hace. R. Jiyá dijo: Porque todas las cosas se encuentran en el Shabat, se lo menciona tres veces en el relato de la Creación: “Y en el séptimo día El Eterno terminó su obra”; “Y él descansó en el séptimo día”; “y El Eterno bendijo el séptimo día” (Bereishis, génesis 2, 2-3). R. Jamnuna el antiguo, cuando se sentaba a sus comidas sabáticas, acostumbraba encontrar gozo en cada una. De una exclamaba: esta es la santa comida del Anciano Santo, el siempre oculto. De otra decía: Esta es la comida del Santo, Bendito Sea. Y cuando llegaba a la última decía: Completas las comidas de la Fe. Siempre que llegaba el tiempo de la comida sabática, R. Simeón acostumbraba decir: Preparad la comida de la Fe Superior, Alistad la comida del Rey. Entonces estaba sentado con corazón alegre. Y tan pronto como terminaba la tercera comida, se proclamaba respecto de él: Entonces te deleitarás en el Eterno y Yo haré que cabalgues sobre los lugares altos de la tierra y te nutras con la herencia de Yaakov tu padre. R. Eleazar preguntó a su padre, R. Simeón, en qué orden las tres comidas correspondían a los tres grados divinos. R. Simeón contestó: Respecto de la comida de la noche del sábado, es decir, del viernes a la noche, está escrito: “Yo haré que cabalgues sobre los lugares altos de la tierra”. En esa noche la Santa Matrona —la Shejiná— es grandemente bendecida y también todo el “Campo de Manzanos” y es bendecida la mesa del hombre que participa de su comida debidamente y con júbilo, y se le agrega un alma nueva. Esta noche significa el regocijo de la Shejiná. Por eso el hombre ha de participar en el gozo de ella y tomar parte en su Comida. Respecto de la segunda comida en día de Shabat, está escrito: “Entonces te deleitarás en el Eterno”, es decir, en el mismo Eterno (YHVH); porque a esa hora el Anciano Santo se revela y todos los mundos se irradian con júbilo, y nosotros, al participar en esta comida, contribuimos a ese gozo. Respecto de la tercera comida está escrito: “Y nútrete con la herencia de Yaakov tu padre”. Esta es la comida del “Rostro Pequeño” que entonces está completo en perfección armoniosa, de cuya perfección reciben bendición todos los seis días que vendrán. Por eso uno debe regocijarse de todo corazón en estas comidas y completar su número, porque son comidas de la Fe perfecta, la Fe de la simiente santa de Israel, su Fe superior, que no es la de las naciones paganas: “Una señal entre mí y los hijos de Israel” (Shemos, Éxodo 31, 17). Y observad esto. Con estas comidas los hijos de Israel son distinguidos como los hijos del Rey, como pertenecientes al Palacio, como hijos de la Fe; y quien se abstiene de una de estas comidas causa falta de completitud en las regiones de arriba; y así un hombre tal atestigua de sí mismo que no es uno de los hijos del Rey, que no es uno del Palacio, ni de la santidad de la simiente de Israel, y él habrá de llevar la carga de ?m triple castigo en el guehinóm. Observad también esto. En todas las festividades y días santos un hombre debe regocijarse y dar gozo a los pobres. Si solamente se regala a sí mismo y no da parte a los pobres, grande será su castigo. Respecto de uno así está escrito: “He aquí que echaré Mi reprensión sobre vuestras sementeras y esparciré estiércol sobre vuestros rostros, el estiércol de vuestras fiestas solemnes” (Malaki, Malaquías 2, 3). Pero este versículo particular, solamente se aplica a las festividades, no al Shabat. De manera similar, las palabras “A vuestros novilunios y vuestras solemnidades los aborrece Mi alma” (Yeshayahu, Isaías 1, 14).. no incluyen el Shabat. El carácter único del Shabat se expresa en las palabras: “Entre Mi y los hijos de Israel”. Y porque la Fe se centra en el Shabat, en ese día le es dada al hombre un alma adicional, superior, un alma en la que todo es perfección, de acuerdo a la pauta del mundo por venir. ¿Qué significa la palabra “Shabat”? El Nombre del Santo, el Nombre que es en armonía perfecta en todos los lados. R. Yose dijo: Efectivamente es así. ¡Desdichado el que no ayuda a completar el gozo del Rey Santo! ¿Y qué es Su gozo? Esas tres comidas de la Fe, las comidas en que participan Abraham, Yitzjak y Yaakov, y que expresan gozo sobre gozo, la Fe perfecta de todos los lados. En ese día, así se nos enseñó, los Padres se coronan y todos los Hijos absorben poder y luz y gozo, como no se conoce ni siquiera en otros días festivos. En este día los pecadores encuentran reposo en el guehinóm. En este día el castigo es sustraído del mundo. En este día la Toráh se corona con coronas perfectas. En este día el gozo y la alegría resuenan a través de doscientos y cincuenta mundos. Observad también esto. En todos los seis días de la semana, cuando llega la hora de la plegaria de la tarde, el atributo de justicia está en ascenso y el castigo está en acción. Pero no así en Shabat. Cuando llega la hora de la plegaria de la tarde del Shabat, reinan influencias benignas, se manifiesta la bondad del Anciano Santo, todos los castigos están sujetados, y todo es satisfacción y júbilo. En ese tiempo de satisfacción y buena voluntad, falleció Moisés, el profeta santo y fiel, a fin de que se supiera que no fue quitado por juicio sino que en la hora de gracia del Anciano Santo ascendió su alma, para ser ocultada en El. Por eso “nadie conoce su sepulcro hasta este día” (Devarím, Deuteronomio 34. 6). Como el Anciano Santo es el siempre oculto, a quien nadie puede comprender, ni los de arriba ni los de abajo, así el alma de Moisés fue ocultada en la epifanía de la buena voluntad de El Eterno a la hora de plegaria de la tarde del Sábado. Esta alma es la más oculta de todas las cosas ocultas en el mundo, y el juicio no tiene dominio sobre ella. Bienaventurada es la suerte de Moisés. En éste día la Toráh se corona con toda belleza, con todos esos mandamientos, con todos esos decretos y castigos por transgresiones, en setenta ramas de luz que irradian a toda dirección. Lo que es cíe ver son las pequeñas ramitas que constantemente emanan de cada rama, cinco de las cuales se hallan en el árbol mismo y todas :as ramas están comprendidas en él. Como han de verse las puertas que se abren a todos los lados y a través de las cuales pasa en esplendor y belleza la luz fluyente, inagotable. Se oye una voz: “Despertad, santos superiores. Despertad, pueblo santo, elegido de arriba y de abajo. Despertad en gozo para encontrar vuestro El Eterno, despertad en alegría perfecta. Preparaos en el triple júbilo de los tres Patriarcas. Preparaos para la Fe, el gozo de los gozos. Felices sois, Oh israelitas, santos en este mundo y santos en el mundo por venir. Esta es vuestra heredad arriba y por encima de la de todas las naciones paganas, “una señal entre Mí y vosotros”. R. Judá dijo: Efectivamente es así. De ahí: “recordad el día sábado para santificarlo”; “Sed santos, porque yo, el Eterno soy santo” (Vayikrá Levítico 19, 2). “Llamad al sábado una delicia, la santidad del Eterno, honorable” (Yeshayahu, Isaías 58:13). Todas las almas de los justos —así lo hemos aprendido— son festejadas en este día con las delicias del Anciano Santo, el todo oculto. Se extiende por todos los mundos un aliento de este arrobamiento; asciende y desciende y se desparrama a todos los hijos del Santo, a todos los guardianes de la Toráh, de modo que gocen de descanso perfecto, olvidando todos los cuidados, todas las penurias, toda lucha, toda tarea. En este día “el Eterno te da descanso de tu angustia, y de tu temor y de la dura servidumbre en la que hubiste de servir” (Yeshayahu, Isaías 14, 3). Por eso el Shabat es igual en importancia a toda La Toráh y quien observa el Shabat cumple toda la Toráh: “Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de Adán que se atiene a ello; que guarda el Sábado y no lo profana, y cuida su mano de hacer cualquier mal” (Yeshayahu, Isaías 56, 2). R. Judá encontró un día a R. Simeón en el camino y le pidió que explicara las palabras del profeta: “Porque así dice el Eterno; En cuanto a los eunucos que guardan Mis sábados y escogen las cosas en que Yo me complazco y se esfuerzan por cumplir Mi pacto. Yo les daré en Mi casa y dentro de Mis muros, memorial y nombre mejor que el de hijos e hijas: les daré un nombre eterno que nunca les será quitado” (Yeshayahu, Isaías 56, 4 5) R. Simeón dijo: ¡Capadociano! Baja de tu burro y átalo a un árbol, o déjalo seguir detrás, y tú sígueme. La Sagrada Escritura requiere contemplación tranquila y solemne. El contestó: Es en consideración al Maestro que yo he emprendido este viaje, y al seguirlo veré la Shejiná. Entonces R. Simeón dijo: Este tema ya lo consideraron los miembros de la Compañía, pero no lo explicaron suficientemente. Los “eunucos” son, en realidad, estudios de la Toráh, que se hacen “eunucos” durante los seis días-de la semana en consideración a la Toráh, y en las noches de Sábado tienen su unión conyugal, porque aprehenden el misterio superior del momento justo cuando la Matrona (Shejiná) se une con el Rey. Tales adeptos de la ciencia mística concentran sus corazones en la. unión Divina, en la Fe de su Eterno, y son bendecidos en su propia unión. Por eso se dice: “Que guardan mis Sábados”, significando “los guardan en sus corazones”, como en la expresión: “Pero su padre (de José) guardó el asunto” (Bereishis,génesis 36, 11). Ellos son “eunucos” porque esperan el Sábado, para “escoger lo que Me place”, es decir, Su unión con la Shejiná. Bienaventurado es el hombre santificado en esta santidad y que abarca este misterio. Observad lo siguiente. Está escrito: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es el Shabat del Eterno tu El Eterno”. “Toda tu obra”: durante los seis días de la semana el hombre ha de trabajar, y por eso los que están absorbidos en el estudio de la Toráh tienen su unión conyugal en un tiempo cuando no trabajan, pero cuando el Santo trabaja. ¿Y cuál es Su trabajo, entonces? La unión con la Shejiná, para producir almas santas en el mundo. Por esta razón les místicos se .santifican en esa noche en la santidad de su Eterno con profunda contemplación y concentración y traen al mundo hijos buenos y santos; hijos que no se apartan a la derecha ni a la izquierda, hijos del Rey y la Reina: “hijos sois para el Eterno nuestro El Eterno”(Devarím, deuteronomio 14, 1). Sus hijos en el sentido más real. El mundo se sostiene por el mérito de estos hijos de El Eterno, y cuando el mundo es puesto a prueba el Santo mira a estos Sus hijos y ejerce Su piedad y misericordia. Ellos son “juntos uña simiente de verdad” (Yeremiyahu, Jeremías 2, 21). una simiente santa, perfecta, de acuerdo a la promesa, “Tú darás verdad a Yaakov” (Mijá, Miqueas 7, 20) .y “verdad” es el Santo Mismo, significa que él entra en el yo de ellos. R. Judá dijo: Bendito sea el misericordioso que me envió aquí. Bendito sea El porque me ha permitido oír tus palabras. Y estalló en llanto. ¿Por qué lloras?, preguntó R. Simeón. El dijo: lloro porque pienso; desdichados los hijos del mundo cuyos caminos son los caminos de bestias, sin conocimiento y comprensión. Mejor les habría sido que no hubieran sido creados. Desdichado el mundo cuando tú, Maestro, serás retirado de él. Pues entonces, ¿quién pondrá de manifiesto los misterios de la Toráh? ¿Quién comprenderá entonces y captará los caminos de ella? R. Simeón dijo: ¡Por tu vida! El mundo solamente pertenece a los que se ocupan con la Toráh y conocen sus misterios. Los Rabíes tenían razón en su duro juicio sobre quienes ignoran la Toráh y corrompen sus caminos, no distinguiendo su mano derecha de su izquierda; porque son realmente como animales, y cuadra castigarlos aun en el Día de la Expiación. Acerca de sus hijos está escrito: “Ellos son hijos de fornicaciones”( Hoshea, oseas 2, 6). R. Judá dijo: Maestro, hay una cierta peculiaridad en las palabras de este versículo; está escrito: “aun a ellos daré en mi casa y entre mis paredes un lugar y un nombre mejor que hijos e hijas, y luego “yo le daré un nombre eterno...”. ¿Por qué primero “a ellos” y luego “le”? R. Simeón contestó: “Casa” es aquí la región celestial de la que se dice respecto de Moisés: “El es fiel en toda mi casa”; las “paredes” son aquellas de las que se dice: “sobre tus muros, Oh Jerusalem, he puesto guardianes” Isaías 62, 6. “un lugar y un nombre” significa que tomarán la más santa esfera celestial, la cual, en su perfección armoniosa, es “mejor que hijos e hijas”; y “a él”, es decir, a esta porción, El Eterno le dará un “nombre eterno”. Según otra explicación, “Yo le daré” —es decir, a quien abarca este misterio y sabe concentrarse en él con intención recta— “un nombre eterno que no será eliminado”. En esa ocasión R. Simeón explicó también por qué está escrito: “No encenderéis fuego en vuestras habitaciones en los días Sábado” (Shemót, Éxodo 25,3. Dijo: Es porque el fuego simboliza el juicio. En cuanto al fuego de los sacrificios en día Sábado, él se levanta para contener el juicio; pues, como hemos aprendido, “hay un fuego que consume a un fuego”; el fuego del altar consume al fuego del juicio. Por eso el Santo se revela en día Sábado más que en cualquier otro día, y cuando El se revela, no se evidencia del todo el juicio y todos, los seres celestiales superiores e inferiores están en júbilo perfecto, y el juicio no tiene dominio. Está escrito: “Pues para seis días él Eterno hizo el cielo y la tierra.” (Shemót, Éxodo 31,17). no dice “en seis días”, que indica que los días mismos fueron una creación especial. Ellos son días santos, superiores, días en que se contiene el Nombre Santo. Bienaventurados los israelitas más que tudas las naciones paganas; de ellos está escrito, “Y vosotros que adherís al Eterno nuestro El Eterno, todos sois hoy vivientes”. Honra a tu padre y a tu madre. R. Jiyá vinculó este mandamiento con las palabras: “Y un río salía de Edén para irrigar el jardín” (Bereishis, génesis 2, 6). Dijo: El “río” proviene de la fuente que fluye perpetuamente y de la cual es irrigado todo el Jardín de Edén, y esta salida (Tiféret) de la fuente santa se llama Av, “Padre”. R. Abba dijo que Edén mismo —Jojmá— se llama padre —originándose del lugar que se llama Ain (nada)— como lo hemos asentado, que el “lugar del cual el Todo comienza a tomar su ser es designado, a la vez, “Tú” y “Padre”, como está dicho: “Porque tú eres nuestro padre” (Yeshayahu, Isaías 63, 16. R. Eleazar aplicó las palabras “honra a tu padre” al Santo; “a tu madre” a la Comunidad de Israel; y el artículo et a la Shejiná. Pero R. Judá sostuvo que, como en este mandamiento “Padre” y “Madre” no están particularizados, incluyen todos los aspectos de lo Divino, y el artículo et entre ellos indica todo lo que hay arriba y todo lo que hay abajo. R. Yose se refirió a la observación de R. Abba de que la esfera de la cual sale el “río” se llama “Tú”, y la confirmó con la referencia al dicho: “lo que está oculto y no tiene comienzo se designa El; pero el punto donde comienza a manifestarse se llama Tú y Padre, y todos son uno”. Bendito el nombre de El por siempre jamás. Amén. R. Ezequías dijo: verdaderamente, todos ellos son uno: “honra a tu padre”, es decir, al Santo, Bendito Sea; “y a tu madre”, a la Comunidad de Israel. Así, el mandamiento incluye todo, lo que es arriba y lo que es abajo. Según R. Yitzjak, también incluye a los maestros de la Torá, porque ellos son los medios de conducir a los hombres a la vida eterna. R. Judá sostuvo, sin embargo, que esto ha de incluirse en el mandamiento de honrar al Santo, Bendito Sea. Tenemos dicho ya que los primeros cinco mandamientos incluyen, por implicación, también a los otros cinco: en otras palabras, en los primeros cinco están grabados los segundos cinco, cinco en cinco. ¿Cómo? Tomad el primer mandamiento: “Yo soy el Eterno tu El Eterno”. ¿No incluye al primero de los segundos cinco? Efectivamente sí, porque el asesino disminuye la semejanza y la imagen de su Amo, por haber el hombre sido creado “a la imagen de El Eterno”, y también está escrito: “Y sobre la semejanza del trono, una semejanza como la apariencia de un hambre por encima de él” (Yejezkel, Ezequiel 1, 26 R. Jiyá dijo: Está escrito: “el que derramare la sangre del hombre, por el hombre será derramada su sangre; porque a la imagen de El Eterno hizo El al hombre” (Bereishis, génesis 9, 6). Así, se considera que el que derrama la sangre de un hambre hace disminuir a la vez, el arquetipo Divino. Así el primer mandamiento, “Yo soy el Eterno tu El Eterno”, contiene el motivo del sexto, “no matarás”. El segundo mandamiento, “No tendrás otros dioses”, contiene el motivo del séptimo, “No cometerás adulterio”; porque el adúltero miente pérfidamente contra el Nombre del Santo que está impreso sobre el hombre, un pecado que comprende muchos otros pecados y merece los castigos correspondientes. El que es infiel en esto es infiel hacia el Rey, como está escrito: “Han tratado traidoramente al Eterno, porque han engendrado hijos extraños”(Joshea, Oséas 5, 7). El uno es resultado del otro. El tercer mandamiento, “No pronunciarás el nombre del Eterno tu Dios en vano”, corresponde al octavo mandamiento, “no robarás”. Porque un ladrón ciertamente está inclinado a jurar en falso, como está escrito: “quien se hace partícipe con un ladrón, aborrece su misma alma; pues oye la imprecación, pero no dice nada”(Mishlei, proverbios 29). . El cuarto mandamiento, “Recuerda el día Sábado”, corresponde al noveno, “No llevarás falso testimonio contra tu vecino”; porque, como lo dijo R. Yose, el Shabat es llamado un testigo de la actividad creadora de El Eterno, y al hombre se le requiere que atestigüe el hecho de que en seis días el Eterno hizo el cielo y la tierra... De ahí que R. Yose dijo: El Eterno “ha dado verdad a Yaakov”(Miká, Miqueas 7, 20). al requerir a Israel que guardara el Sábado; y el que lleva falso testimonio contra su vecino miente contra el Sábado, el testigo de la verdad; y quien miente contra el Sábado, miente contra toda la Toráh. El quinto mandamiento, “Honra a tu padre y a tu madre”, también implica el décimo, “No codiciarás la mujer de tu vecino”, porque quien tiene un hijo nacido en adulterio es “honrado” por él sobre falsas apariencias. Además está escrito en el quinto mandamiento “que tus días puedan ser largos sobre el país que el Eterno tu El Eterno te da”, que es como decir lo que El te da es tuyo, pero no codicies lo que no es tuyo”. Así los primeros cinco mandamientos implican los segundos cinco, Por eso: “De su diestra salió para ellos una ley de luego” (Devarím, deuteronomio 33, 2. porque todo estaba incluido en los cinco dedos de la Mano Derecha, Por eso también la Toráh fue proclamada en cinco voces, correspondientes a los cinco Libros de la Toráh. R. Eleazar enseñó que en las Diez Palabras (Decálogo) fueron grabadas, con todos los decretos y castigos, todas las leyes concernientes a la pureza y a la impureza, todas las ramas y raíces, todos los árboles y plantas, cielo y tierra, mares y océanos, en realidad, todas las cosas. Porque la Toráh es el Nombre del Santo, Bendito Sea. Como el Nombre del Santo está grabado en las Diez Palabras (expresiones creadoras) de la Creación, así toda la Toráh está grabada en las Diez Palabras (Decálogo), y estas Diez Palabras son el Nombré del Santo, y toda la Toráh es así un Nombre, el Nombre Santo de El Eterno Mismo, bienaventurado aquel que es digno de ella, de la Toráh, porque él será digno del Nombre Santo. R. Yose dijo: Esto significa que será digno del Santo Mismo, como El y Su Nombre son uno. Bendito, Sea Su Nombre por siempre jamás. Amén. No hagáis ningún otro dios conmigo (Iti) de plata, ni hagáis para vosotros dioses de oro. R. Yose leyó iti (conmigo) como oti (a mi), y lo interpretó así: aunque “mía es la plata y mío el oro” (Jageo, Hageo 1, |
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